domingo, 2 de diciembre de 2007

Pelen el ojo con Cupido

Mucha tinta ha corrido desde que el catorce de febrero fue decretado como día del amor y la amistad. Se ha escrito de todo. Ninguna cursilería se ha ahorrado para conmemorar la fecha. Aún así, vienen a mi mente recuerdos de aquellas amistades que llamaron mi atención desde muy pequeño. Amistades que, infortunadamente, con el correr de los años, han terminado levantando serias sospechas al llegar a la madurez.
¿Quién no recuerda aquella entrañable pareja de amigos dedicados a combatir a los malos de ciudad Gótica? ¿Quién, de los que rondamos la treintena, ha olvidado al famoso dúo dinámico, Batman y Robin? No hubo amigos como esos. Golpes aquí. Carreras allá. Burlando al peligro y a la muerte juntos. ¡Cuántas veces importunamos a mamá exigiéndole una máscara de Batman que acompañara nuestras aventuras infantiles!
¿Quién que se precie de haber tenido infancia ha olvidado a Superman y a Jaime Olsen? Superman salvando a Jaime al caer este último de las grandes alturas. Jaime retirándole a Superman la kriptonita dejada maliciosamente por el infame Lex Luthor. ¡Aquello si que era una amistad!
¿Y el Llanero Solitario? No creo que exista nadie entre los treinta y los cuarenta que no recuerde al Llanero Solitario, ese enmascarado justiciero que, junto a su nativo amigo Toro, se encargó de escarmentar a un montón de bandoleros y cuatreros del ya trillado oeste.
Aquellas sí que eran amistades. Por lo menos eso creíamos hasta que la traicionera madurez de los años se nos vino encima.
¿Batman y Robin amigos? Cuéntame una de vaqueros. Gatúbela babeándose por el hombre murciélago y éste, raudo y veloz, se da a la fuga con el Joven Maravillas. Y ese mote de maravillas adivinen quién se lo encajó -el mote-: pues, ¡El pendejote de Batman!
Y el Super resulta que no es tan man. La pobre Luisa Lane soñando siempre con los brazos -y otras vainas- del Superman y éste eternamente ocupado apañando al Jaime, que sospechosamente siempre encontraba una azotea desde la cual caerse. ¿ Nunca se preguntaron porqué Jaime tenía relojito con superseñal para llamar al hombre de acero y Luisa no?
Pero no son los únicos. Mas de una vez quedó una rancherita con la boca abierta suspirando por el Llanero Solitario, quien prefería marcharse con su Toro en busca de 'otras aventuras'. ¡Ayuuu, Silver!
No nos llamemos a engaño. Esto del catorce de febrero ha degenerado en un asunto feo. Pero el único culpable es el mismo responsable de la promoción. Porque entre flecha y flecha, ¿alguien le conoce novia a Cupido? Por ahí comienza la vaina. Alguien en este país, la junta de censura o alguna sociedad pro moral, debe pelar el ojo, porque ese angelito está raro.

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