jueves, 20 de diciembre de 2007

¡Me parece que fluoresce un lindo gatito!

Como si los Hyundai y el universo Daewoo ya no fuera suficiente, Corea nos vuelve a sorprender con una creación de muy amplísimas posibilidades.
De la mano – o mejor escrito: de la sesera- del científico Il Keun Kong, un grupo de estudiosos de la Universidad Nacional Gyeongsang y de la Universidad Nacional Sunchon de Corea del Sur ha dado a luz, en el estricto sentido de la palabra, a dos especímenes muy particulares. Dos pequeños descendientes del célebre Silvestre que a vainas más importantes que corretear al pesado de Piolín, se dedican a destellar en la comunidad científica precisamente por eso: por brillar en la oscuridad cuando son puestos bajo la luz ultravioleta. ¡ Jamás Frankenstein alguno en la historia de las ciencias pensó en una creación tan revolucionaria para el futuro de la humanidad!
Y aunque los burócratas del Ministerio de Ciencia y Tecnología del país asiático –incapaces de vusualizar la grandeza del trabajo en cuestión- ya han cacareado la acostumbrada conclusión de que dicho evento podría ayudar a desarrollar curas para las enfermedades genéticas de los humanos, algunos grupos más aventados que los orientales se relamen pensando en otros usos de mejor provecho.
Por ejemplo, dicen algunos, todos los infantes amantes de los maulladores ya no vivirán el calvario que significa buscar junto a sus adormilados padres, a la mascotita que se extravía por esos recovecos de Dios precisamente a la hora de dormir. Con apagar las luces y seguirle las huellas a ese reflejo fluorescente que brota bajo la cama o detrás del refrigerador bastará para regresar a los brazos de Morfeo con la añorada mascota en brazos.
Ya incluso hay grandes empresas de generación eléctricas metiéndole cráneo a los nuevos usos y beneficios que pueden proporcionarles estas criaturas de la luz. Si la producción en serie de los mininos resulta más barata que la generación hidroeléctrica, los paisajes citadinos serán liberados de esos horrorosos tendidos eléctricos y en su reemplazo volverán las antaño románticas farolas. Media docena de gatos coronando los románticos aparatejos en una pequeña jaula donde fluorescencias rojas, verdes, azules, púrpuras...serán la delicia de novios y amantes. Ciento de estos artefactos dibujándole un nuevo contorno a las noches citadinas y, por qué no, a las pueblerinas. Que el amor y las hormonas requieren de estímulos sin subestimar los niveles de prosperidad o de civilización.
Pero, la madre de todos los usos lo propone un grupo de ONG’s y organizaciones ciudadanas preocupadas por los rumbos de la política actual.
De igual forma que los animalitos reseñados logran este increíble efecto de brillar en la oscuridad gracias a una proteína añadida luego de algunas manipulaciones transgénicas, todos estos grupos preocupadísimos por el extraviado rumbo de nuestra vida pública proponen inocular la mencionada característica en todos los miembros de la fauna política. Y no con la esperanza de que brillen para encandilarnos con una inteligencia siempre ausente en ellos, que ya suficientemente lo logran con sus tejemanejes y los escandalosos espectáculos que día a día nos dejan caer desde las alturas de sus desfachateces sin fin. Se conseguiría, mas bien, que el brillo que emitan ayuden a la ciudadanía ubicarlos y señalarnos cuando los encuentran en las calles. Permitiría la destellante característica que sean fácilmente vigilados y reconocidos cuando intenten sacar provechos del puesto sufragado por los votos y dineros ciudadanos, precisamente cuando intentan enriquecerse y construir fortunas dudosas por intermedios corruptos. Ayudaría, en fin, a sorprenderlos infraganti cuando introducen maletines de dinero para financiar campañas políticas con no tan buenos aires, sufragar grupos terroristas o cuando le deschavetan las riquezas –petroleras o no- a los países que aún sufrimos el subdesarrollo de estos lares.
Los gatitos coreanos, señala el informe del equipo científico, lucen una fluorescencia rojiza en todo su organismo: piel, pelo, músculos, cerebro, corazón, hígado, riñón, pancreas, pulmones, estómago, intestinos, lengua e incluso en sus excrementos. Todo en ellos resplandece. Si Il Keun Kong, cráneo líder de estos experimentos, quiere verdaderamente revolucionar la ciencia humana, debe aplicarse a lograr el sueño del mundo tercermundista: que la caca de los gatitos, además de brillante, carezca de olor. Eso nos haría más llevadera a una clase política que si bien corrupta e incompetente, por lo menos nos sorprendería por inodora.

viernes, 14 de diciembre de 2007

El cuarto rey mago

De igual manera como existen evangelios apócrifos, ahora nos desayunamos con la primicia de que el afamado antropólogo panameño Anticus Vejez Torio ha descubierto la existencia de un cuarto rey mago.Desde su exclusiva residencia con vista y olfato a la nauseabunda bahía de Panamá, el renombrado estudioso nos revela a este personaje del cual la Biblia no da cuenta.Tenemos que comprender -indica el profesor- que era latinoamericano el susodicho, y dado que Colón nos descubrió en 1492, pues los cronistas del sacrosanto libro o nos desconocían o ya para entonces estaba muy bien establecida nuestra fama de irresponsables y poco dados a la puntualidad, razón demás para que llegáramos tarde a la historia. Tarde y algo pasado de copas.Asegura el profesor Anticus que en la última escala antes de camellizar en Belén, los reyes sostuvieron una fuerte discusión en la posada a la cual llegaron, pues tenía mucho de posada y muy poco de decente. Cuentan las malas lenguas -las de los otros tres reyes incluidas- que el rey desconocido se prendó del ombligo de una bailarina para nada recatada y de las ánforas de vino y no dejó de chupar -las ánforas- hasta que las secó irremediablemente. Luego, entre copa y copa que arrebataba al resto de los parroquianos, se disparó, en compañía de la bailadora, una danza del ombligo que le subió el rubor hasta al cantinero del antro. Llamado a capítulo por las huestes del orden público traídas por el escandalizado barman, el tropicalísimo rey mago percatóse de la ausencia de sus compañeros de viaje.Insoportables estos reyecitos -comentó a su compañero de celda-. Se la pasan hablando de astrología y ungidos mientras revientan al rey negro cargándolo con los cofres del oro y los yerbajos.A la mañana siguiente, después de un interrogatorio llevado a cabo ante el mismísimo Herodes, fue puesto en libertad para proseguir su viaje; no sin antes dejar en prenda el camello para cubrir los gastos de la juma y la bailadera.El pobre encarnaba todas las virtudes del trópico- declara el sapientísimo Vejez Torio. Por esta razón despertó la envidia de los otros reyes. El nuestro era rumbero, vacilador, dicharachero con la féminas y hay quien dice que habilidoso con las cartas. Inpuntual, tal vez, pero obstinado en sus propósitos. Tengo en mi poder documentos y cartas de viajes que confirman que aún busca el establo. Pero con la proliferación de estrellas en el cielo de la farándula el confundido monarca, que no era dado a los estudios ni a la astrología, ha corrido en pos de Madonna y Claudia Schiffer, algunas veces; y tras de Demi Moore y Sharon Stone, en otras ocasiones. En cuanto supere el deslumbramiento y recobre un poco la cordura reiniciará la búsqueda de la verdadera estrella.-No más esperen que cambie el flat de una de las patas de mi nuevo camello, nos promete.

Ahí vienen los enanos

Cuando amanecieron un día y contaron sesenta enanos, los residentes de una aldea en el centro de China comenzaron a preocuparse. Y no los culpo. Un enano, pues vaya. Dos enanos, pasan. Pero ­sesenta enanos!...La noticia corrió como un reguero de pólvora, como corren todas las malas noticias y los bochinches gubernamentales. ­Sesenta enanos! Habíamos sabido de diluvios, lluvias de fuego y azufre, salarios ministeriales y reelecciones presidenciales; pero que un pueblo fuera castigado con una peste de enanismo, ­jamás!La aldea de Huilong, en la céntrica provincia de Sichuan, se convirtió en punto obligado para los científicos chinos ansiosos por justificar sus títulos y salarios. La gente clamaba por explicaciones y, sobre todo, por soluciones. Estaban al borde del colapso nervioso. Ya se hacía difícil distinguir entre los párvulos y los afectados por el extraño mal. Aquello estaba pareciendo una guardería.Llegaron, pues, los cráneos y enseguida metieron manos a la obra: análisis de esto, de lo otro, de lo de más allá. Preguntas aquí, allá y acullá. Mientras, esperaba la aldea esperanzada y los enanos ya sin remedio.Diez de los enanos medían menos de un metro, el resto se consolaba con el detalle de que medían un par de pulgadas más que los diez primeros. Todos se desesperaban por saber el origen de su pequeña característica.Corrían los días y los viáticos de los científicos. Se amontonaban los análisis y las estadísticas. La gente confiaba en aquellos estudiosos enfrascados en la lucha por arrancar luz de la oscuridad. Alguien, en un arranque de admiración al verlos, señaló que el estudio hace grandes a los hombres.-Entonces, que estudien los enanos, blasfemó otro no tan optimista.Hasta que por fin se hizo la luz. El secreto fue develado.El problema de la aldea china estaba en el agua ­siempre el agua! Los expertos descubrieron que, como en cualquier sucursal del IDAAN, el agua potable de los aldeanos poseía un nivel excesivo de mercurio. El gobierno prometió `tomar' las `medidas' pertinentes y no se ha reportado ningún otro caso de enanismo desde que comenzaron a recibir agua no contaminada.Por nuestra parte, deberíamos imitar a los chinos y enviar un contingente científico a explorar los niveles de mercurio del agua suministrada a la Asamblea Legislativa y a las sedes de los partidos políticos de oposición. ­Una peste de enanismo intelectual y moral campea por aquellos lares!®

Qué envidia los talibán

Llegó a las doce.Temprano comparado con los otros días.Venía con unas copas de más; y con una imponente sed de violencia, como siempre que llegaba de sus rumbas. Escuché el ruido de las llaves al chocar sobre la mesa de cristal y algo así como un ¡levántate, imbécil! Comprendí, en ese momento, por qué el pánico es cosa de temer. Y cómo te reseca la garganta, te dispara las glándulas sudoríparas y convierte en un nudo tus pensamientos.Mientras los niños dormían en su habitación, yo añoraba hacerme invisible en la mía...En la suya, mejor dicho. Escuché sus pasos acercarse y me acurruqué en las sábanas, procurando reducir mi tamaño. Cuando apareció en el quicio de la puerta, el terror mordía cada centímetro de mi ser. Respiraba brevísimas bocanadas de aire, procurando no moverme mucho, tratando de hacerle creer que dormía. ¡Levántate, imbécil!, volvió a gritar, mientras me golpeaba con la lámpara que tomó de la mesita de noche. ¡Que te levantes he dicho! Los niños asomaron sus caritas asustadas y a gritos los mandó de vuelta a la cama.Este es el cuadro cotidiano con que culminan, o empiezan mis días....Depende de la hora en que llegue. Cuando no está, que generalmente es durante todo el día, veo la tele para sofocar mis miedos. Y por los noticieros me entero de los detalles acaecidos en Afganistán. De cómo allá las mujeres cuentan menos que el burro en que se cargan las mercancías. De cómo se esconden bajo ese traperío llamado burka. De cómo no se les permite salir solas a la calle, ni ejercer profesión alguna. Así se les quiere allá lejos, en Afganistán. ¡Qué envidia! ¡Cuán valientes esos muchachos, los talibán! Cuánto quisiera ser como ellos, actuar como ellos...¡Y de una maldita vez demostrarle a esta mujer quién es el que manda en esta casa!

El papel aguanta...

Aún no se termina de apagar en mi memoria el recuerdo de una anécdota que escuché cuando frisaba los 10 u 11 años. Mi abuela, típica matrona interiorana, contaba que un campesino acierta a ganar en la lotería cuando cada fracción de chance reportaba la bicoca de 11 dólares –que es lo que siempre ha circulado en nuestro territorio, muy a pesar de los nacionalistas de la economía. Contaba mi ahora difunta abuela que el campesino en cuestión, con el pedacito de chance ganador en la mano, llama a su hijo de 12 años, que era el de las letras en aquél humilde rancho, y lo insta a tomar nota de las compras que habría de realizar con los “dolarillos” disponibles después de tanta balota revuelta.–Apunte ahí, mijo. Un quintal de arroz.–Un quintal de arroz– repite la promesa literaria de aquellas campiñas.–Un machete nuevo con su vaina.–Un machete nuevo con su...–¡Ni se le ocurra repetirlo porque le parto la crisma! Ponga ahí, también un quintal de maíz y un ciento de naranjas.–Oiga, papá, acuérdese que son sólo 11 balboas...–¡Usted se calla, y apunte que el papel aguanta!Viene a cuento la anécdota en cuestión en estos momentos, porque no más abre usted un periódico y luego de una hemorragia alfabética se topa con títulos tan rimbombantes como el de “analista político”, “politólogo”, “investigador de mercado”, o aquél de más altos vuelos como es “analista internacional”.Y en estos tiempos de ética periodística y transparencia, no dar al lector todos los elementos necesarios para ubicarlo en el justo contexto es, poco menos, que mentirle en algo.Salta de mi baúl de recuerdos el caso del funcionario de un gobierno pasado que, al final de su carrera, enfrentó acusaciones de muy grueso calibre en lo que a corrupción se refiere. Uno de esos días en que el sol sale más temprano, nos desayunamos con un largo y exagerado artículo de una directora de información que, al final, firmaba como periodista y en ningún renglón de su panegírico anotaba sus lazos maritales con el acusado en cuestión. También brilla el caso del estudioso de las sillas presidenciales que, con todo el derecho que le correspondía, se disparaba unas notas periodísticas dignas de mejor destino; firmaba como presidente de una de las tantas ONG rebosantes en nuestro paisaje nacional, en vez de hacerlo como asesor cercano a la silla estudiada. Tal vez este pequeño detalle habría de proporcionarnos, en su momento, el elemento necesario para juzgar acertadamente los argumentos presentados o, por lo menos, saber por dónde venían los razonamientos.Otros, por su parte, sin otros cargos que olvidar nos deslumbran por los altos vuelos o las rimbombancias de los títulos que se enquistan y que, más que encandilarnos, nos sumen en la perplejidad que resulta de lo absurdo y sin sentido.Hay por ahí quien ama endilgarse aquél de “politólogo”, que a este infeliz servidor, corto de luces intelectuales, le suena muy relacionado con supositorios y enemas. ¡A santo de qué puede un mortal común y corriente, sin más estudios políticos que un semestre universitario o dos libracos mal leídos, arrogarse semejante título que no es más que una patente de corso para validar sus escuálidas opiniones! Opiniones que de otra manera pasarían sin pena ni gloria por las páginas en cuestión.¿Y qué de aquél “analista internacional”? Con tantos aspectos y aristas que forman el escenario del mundo ¿qué analiza nuestro personaje en cuestión? ¿La política? ¿Las relaciones económicas? ¿Los tebeos? ¿Los capítulos de los Simpson? ¿Los hábitos alimenticios de los lagartos? ¿O hemos de creer que, a imagen y semejanza de Dios, el mortal afortunado que devenga dicho título capta, en su omnipotencia, todo el devenir humano?En estos tiempos de transparencia y requerimientos éticos es menester cuidarse de los detalles no revelados, que son precisamente los que nos desentrañarían las verdaderas intenciones y sentidos de cuanto vemos publicado.

Manual político

Que si preguntaran de qué color es el cabello de Shakira o cuál es el último éxito discográfico de Dorindo Cárdenas, pues va y pasa. Esos son conocimientos imprescindibles en la cultura de un profesional de estos tiempos. Pero, no. Con tan pocos años, los niños de hoy son crueles y disfrutan al poner a su pobre padre en semejantes aprietos, porque una pregunta tan perversa desdice de la tradicional ingenuidad que se le endilga a la niñez.¿Qué cualidades se requieren para ser político?En primer lugar asegúrate de obtener el calendario completo de las fiestas patronales que se celebran a lo largo y ancho del país. Y sobre todo, esmérate en ser uno de los abanderados de las mismas: no hay cofradía más leal que la de los pachangueros y libadores.Luego, se requiere de la osadía para hablar y opinar acerca de todo. No te preocupes si no sabes de nada, eso es lo de menos mientras tu retórica conecte con las ambiciones de quienes te escuchan. Y que tus intervenciones salgan publicadas en los medios, porque político sin noticia y sin fotos es como un velorio sin muerto.Desde ya ve haciéndote con un impresionante cúmulo de excusas y acusaciones. Las primeras te servirán para esconder tu incompetencia y las otras para encontrar a los chivos expiatorios que carguen con la responsabilidad de tus errores. Jamás cometas la locura de reconocer una falta, que para eso están tus subalternos: para cargar con tus metidas de pata.También debes saber que para estar en los jugosos puestos del aparato gubernamental, tienes que pertenecer a un grupo político: ellos son el puente que necesitas. Pero no te identifiques ni te comprometas con ellos de manera tal que en las próximas elecciones no puedas saltar al grupo político vencedor. Confirma, eso sí, que los intereses de estos grupos coincidan plenamente con los de tu bolsillo, de lo contrario estarás perdido.Otra cualidad fundamental para ejercer el oficio político es un férreo dominio de tu conciencia, hasta el extremo de no tener reparos en sostener hoy una convicción y mañana mudarte a defender la contraria porque resulta más conveniente a tus ambiciones.Esmérate en aprender el sagrado arte de la tergiversación. Nunca faltará en tu camino un atravesado que se apegue a la ley y a los principios, y requerirás de todas tus mañas para desprestigiarlo y rebajarlo a tu mismo nivel.Jamás manifiestes interés por nada que no puedas exhibir ante las cámaras fotográficas o las de televisión. Olvídate de donaciones anónimas: que tu mano izquierda y las del resto del país se enteren de lo que regala tu derecha.Adquiere un estricto dominio de la historia, pero no la de los libros, sino de la que te puedas inventar para figurar como paladín y salvador de tus coterráneos. Que piensen en ti como la única posibilidad para arreglar sus problemas; que no te robe el sueño el simple hecho que resultes un fraude. Antes de las próximas elecciones ya lo habrán olvidado.Nunca pierdas el tiempo asistiendo a eventos sin posibilidades de aparecer en los medios escritos y televisados. Recuerda lo que decía el viejo Dalí: no importa si hablan bien o mal de uno, lo importante es que hablen.No pierdas oportunidad de cazar aquellas palabras que tiñan tus peroratas de ese aire de sapiencia que impresiona a las masas. Si no comprendes el significado no tiene importancia, lo esencial es que sean rimbombantes: neoliberalismo, globalización, posicionamiento, multilateral, plenario...Y finalmente, nunca descuides las promesas. Y no me refiero a cumplirlas, que eso es lo de menos. Tu promete, promete, y vuelve a prometer. No dediques ni un segundo a reflexionar si puedes cumplir o no. Tú promete. Gánate a tus electores prometiendo cielo y tierra: no hay nada más crédulo que un pueblo hambriento y desempleado. Cuando nuevamente necesites de sus votos, ya habrán olvidado las anteriores y te los ganarás prometiéndoles todo lo que no les prometiste la primera vez.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Pinceles de libertad

¿Para qué pintar?...Es la pregunta que me asalta muchas veces ajetreado entre los pinceles. ¿Para qué pintar? No puede ser por el dinero porque, hasta hoy, con suerte he logrado vender tres o cuatro de mis obras. Tampoco para inmortalizarme porque después de unos años de tragar tierra bajo una loza, ¿qué puede interesarle a alguien que lo recuerde la posteridad? Ha de ser entonces por simple LIBERTAD. Si, por ejercer ese derecho de hacer, decir y pensar lo que me venga en gana. Pinto así como otros salen en la televisión, escriben, viven, piensan o simplementan respiran bajo el cielo que ellos eligen para sí. Como todos, hago lo que hago por ejercer la razón y el derecho que me asiste desde que arribé a este mundo: por ejercer mi LIBERTAD. Libertad que debemos defender a toda costa, que debemos proteger de los desplantes y abusos de aquellos simios que aunque vistan de rojo o verde olivo aún permanecen en las ramas del primitivismo y la ignorancia. De norte a sur, de este a oeste, cada uno de nuestros actos está motivado por la LIBERTAD. Así de simple.