viernes, 14 de diciembre de 2007

El cuarto rey mago

De igual manera como existen evangelios apócrifos, ahora nos desayunamos con la primicia de que el afamado antropólogo panameño Anticus Vejez Torio ha descubierto la existencia de un cuarto rey mago.Desde su exclusiva residencia con vista y olfato a la nauseabunda bahía de Panamá, el renombrado estudioso nos revela a este personaje del cual la Biblia no da cuenta.Tenemos que comprender -indica el profesor- que era latinoamericano el susodicho, y dado que Colón nos descubrió en 1492, pues los cronistas del sacrosanto libro o nos desconocían o ya para entonces estaba muy bien establecida nuestra fama de irresponsables y poco dados a la puntualidad, razón demás para que llegáramos tarde a la historia. Tarde y algo pasado de copas.Asegura el profesor Anticus que en la última escala antes de camellizar en Belén, los reyes sostuvieron una fuerte discusión en la posada a la cual llegaron, pues tenía mucho de posada y muy poco de decente. Cuentan las malas lenguas -las de los otros tres reyes incluidas- que el rey desconocido se prendó del ombligo de una bailarina para nada recatada y de las ánforas de vino y no dejó de chupar -las ánforas- hasta que las secó irremediablemente. Luego, entre copa y copa que arrebataba al resto de los parroquianos, se disparó, en compañía de la bailadora, una danza del ombligo que le subió el rubor hasta al cantinero del antro. Llamado a capítulo por las huestes del orden público traídas por el escandalizado barman, el tropicalísimo rey mago percatóse de la ausencia de sus compañeros de viaje.Insoportables estos reyecitos -comentó a su compañero de celda-. Se la pasan hablando de astrología y ungidos mientras revientan al rey negro cargándolo con los cofres del oro y los yerbajos.A la mañana siguiente, después de un interrogatorio llevado a cabo ante el mismísimo Herodes, fue puesto en libertad para proseguir su viaje; no sin antes dejar en prenda el camello para cubrir los gastos de la juma y la bailadera.El pobre encarnaba todas las virtudes del trópico- declara el sapientísimo Vejez Torio. Por esta razón despertó la envidia de los otros reyes. El nuestro era rumbero, vacilador, dicharachero con la féminas y hay quien dice que habilidoso con las cartas. Inpuntual, tal vez, pero obstinado en sus propósitos. Tengo en mi poder documentos y cartas de viajes que confirman que aún busca el establo. Pero con la proliferación de estrellas en el cielo de la farándula el confundido monarca, que no era dado a los estudios ni a la astrología, ha corrido en pos de Madonna y Claudia Schiffer, algunas veces; y tras de Demi Moore y Sharon Stone, en otras ocasiones. En cuanto supere el deslumbramiento y recobre un poco la cordura reiniciará la búsqueda de la verdadera estrella.-No más esperen que cambie el flat de una de las patas de mi nuevo camello, nos promete.

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