martes, 4 de diciembre de 2007
Esclavos de la libertad
¿Y la libertad?...Muy bien gracias, si llega a encontrarla. Otro sueño como los tantos que se ha fabricado el ser humano desde la alborada de los tiempos. Otra ilusión como la de la eternidad, que muere con cada uno de los que llegan al final del camino. Hay quien se cree libre de pensar lo que quiera, de escribir lo que sienta; hay incluso quien se cree en la libertad de morir por lo que dice es su sueño. Pues, nada. Que somos esclavos de nuestras rutinas, de nuestros hábitos, de nuestras lacras. De nuestro ambiente, nos advierte la ciencia. Ni siquiera el artista que se llena la boca pregonando su libertad de creación. Esta nace marcada por los recuerdos, las experiencias, las desesperanzas, y un montón más de bichos raros que algunas veces somos incapaces de reconocer.Pero ahí reside nuestra grandeza como seres humanos: en nuestra capacidad de soñarnos libres, de cerrar los ojos y creer en un portento como la libertad. Esta virtud nos evita más cadenas de las que ya llevamos; y aún nos hace capaces de cambiarlas por otras más de nuestro gusto. Cambiamos nuestra ignorancia por una porción de luz. Cambiamos nuestra indiferencia por un lazo de amistad...Si, somos esclavos; pero esclavos capaces de soñar con la libertad, y por ello, de pelear y esforzarnos por mudar una esclavitud por otra. Tal vez en estos intermedios sea dónde, por breves momentos, carecemos de cadenas.
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