sábado, 1 de diciembre de 2007

¡ Santo Dios...Mi hijo quiere estudiar!

En un mundo amenazado por el fantasma de la droga, la violencia y las reelecciones presidenciales hay que andarse con cuidado a la hora de criar a los hijos. Ya la cosa no es tan fácil como se pintaba algunas décadas atrás.Nosotros, las víctimas de la paternidad y maternidad responsable, sacrificamos horas de sueño pensando en el futuro de los niños: que si nos sale roquero, que si demostrará un nivel de inteligencia que para nosotros siempre fue esquiva, que si sabrá apreciar nuestra herencia cultural partiéndole la crisma al que se atreva a insinuar que existe bajo el sol algo mejor que el ritmo de Celia Cruz y, sobre todo, que nos acompañe en nuestras vigilias para pedir que, en las próximas efemérides de la Reina Madre, se le otorgue el título de sir a nuestro merenguero Johnny Ventura.En fin, preocupaciones más, preocupaciones menos, todos los padres sin excepción sufrimos por el porvenir de unos malagradecidos que, más tarde o más temprano, andarán sobre sus propios pies, se marcharán de casa y volverán acompañados de unos pequeños duendes que perforarán nuestros tímpanos gritando ¡abueeelooo!Por mi parte, después de meses de arduo análisis y estudio de la sección deportiva de La Prensa, he descubierto la luz al final del túnel.Unos días atrás decidí reunir un poco de leña y montar una hoguera. Mi mujer, al ver aquello, pensó que sin posibilidades para sufragar los gastos legales de un divorcio, había optado por una solución más dramática y definitiva. Después de explicarle mis propósitos volvió tranquilizada a la telenovela y yo seguí en mi tarea de sacrificar en la pira todos mis libros y revistas. Ni uno solo se libró de las llamas: Cervantes, Shakespeare, Ingenieros, Druker...¡Incluso mi colección completa de Daniel Samper Pizano y de Playboy!- En esta casa no quiero a ningún hereje con libros en la mano.Mientras todavía ardía el estante de los libros, corrí a la tienda deportiva más cercana y gasté mis últimos ahorros en implementos deportivos: bates, balones de fútbol y basketbol, raquetas, manillas...-¿Estás loco?, refunfuñó mi media toronja.- Locos estaban mis padres que permitieron que sacrificara mi infancia y juventud en ese antro de escuela, aprendiendo pendejadas: Que si Magallanes descubrió América, Que si Balboa era un economista español desempleado que nos colaron los conquistadores, que si Panamá está ubicada en el mero corazón del universo...Después de explicarle el asunto y de brindarme una merecida disculpa, mi esposa me ayudó a colgar un afiche de Figo, por cuyo traspaso el Real Madrid pagó 56.8 millones de dólares al Barcelona. Junto a él colocamos una foto gigantesca de Zinedine Zidane, cuyo mudanza al mismo Real costó la friolera de 68.8 millones. Arriba del televisor de la sala colocó una foto de Shaquille O'Neal, que en su momento le restó a las arcas de los Lakers 130 millones de dólares por acompañarlos durante siete temporadas. Por su parte, la puerta de la habitación del pequeño quedó cubierta por un poster gigante de Mike Tyson, quien 'violando' todos los antecedentes se apunta sus millonadas por cada repartidera de trompadas. La pared principal de la recámara luce tarjetas de Jason Giambi, inicialista de los Yankees de Nueva York, de Manny Ramírez y de Alex Rodríguez. Es lo menos que puede uno hacer para rendir culto al primero por encaletarse 120 millones por jugar siete temporadas, al segundo porque recibirá 160 millones por ocho temporadas y al tercero por los 252 millones en diez años ,tambien. Sobre la mesita de noche le colocamos la foto con marco nacarado de aquel basquebolista serbio de nombre impronunciable, Pedja Stojakovic, quien en su oportunidad firmó un contrato con los Maverick de Dallas por la graciosa suma de 90 millones de planchaditos verdes para cubrir seis años de servicios y encestes.Definitivamente, mi pequeño tiene su futuro asegurado- y de paso asegura el que me quede a mí-. Todo es cuestión de disciplinarlo y de inculcarle vocación por algunas de estas carreras deportivas. ¡ Y cuidadito con que lo vea haraganeando con algún libro! ¡ Lo muelo a correazos!

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