Los caricaturistas andan devaluados. Y no me refiero a sus salarios de risa por ejercer uno de los más populares géneros del periodismo moderno. Me refiero a las cotizaciones que obtienen en el mercado negro de la intolerancia ya sea ésta política o religiosa. Y lo digo porque luego que el 14 de febrero de 1989, el escritor indobritánico Salman Rushdie fuera condenado a muerte por el ayatolá Ruhollah Jomeini, la vida del artista quedó valorizada en tres millones de dólares; precio que se duplicaría en 1997 con el beneplácito del fiscal general iraní. Esto hace lucir ridícula, por decir lo menos, la friolera de 100 mil dólares que se ofrece hoy por la vida de otro artista – el caricaturista sueco Lars Vilks- acusado de ofender al profeta Mahoma al publicarle con cuerpo de perro el pasado 18 de agosto en el diario Nerikes Allehanda, de la localidad de Orebro, en el centro de Suecia.
Claro que la insustancial cantidad pasa a 150 mil dólares si quien le ejecuta hace alarde de crueldad y el infame caricaturista es “degollado como un cordero”. Además, hay 50 mil dólares adicionales si el sacrificio incluye a Ulf Johansson, editor del diario que se atrevió a publicar las despreciables caricaturas.
La recompensa es ofrecida por la organización radical “Estado Islámico de Irak”, encabezada por Abu Omar al Bagdadi, uno de los líderes de Al Qaeda, quien la ofreció a través de una cinta sonora en una de las páginas webs utilizadas por las organizaciones integristas y cuya autenticidad aún no ha sido verificada.
“Nosotros de ahora en adelante alentamos al derramamiento de la sangre del dibujante de caricaturas Lars Vilks”, se escucha en la cinta, “que se trevió a insultar la imagen de nuestro profeta”. “Nosotros sabemos cómo obligarlos a retirarse y disculparse”,agrega más adelante el líder terrorista, “y si no lo hacen, entonces pueden esperar nuestros ataques contra su economía y grandes compañías como Ericsson, Volvo, Ikea”.
Luego de la publicación de las caricaturas, Irán, el primer país en protestar por las mismas, llamó a consulta a Gunilla von Bahr, encargada de negocios en Teherán. Los musulmanes consideran que la representación del profeta en imágenes y dibujos es un pecado y que los perros son animales impuros.
Ya en septiembre de 2005, la publicación en el periódico danés Jyllands Posten de doce caricaturas alusivas al profeta islámico, provocó, además del boicot a los productos originarios de Dinamarca, una oleada de violencia y protestas en el mundo musulmán que entre enero y febrero de 2006 dejó al menos 100 muertos.
En esta ocasión, al menos diplomáticos de 22 países, entre ellos Irán, Irák, Siria y Pakistán, se reunieron con el primer ministro sueco, Fredik Reinfeldt, para protestar por las caricaturas y abordar las reacciones a su publicación. El embajador egipcio, Samah Sotouhi, exigió que Suecia y los implicados pidan perdón públicamente por la ofensa inferida, cosa a la que ninguno de los involucrados está dispuesto.
Siguiendo el ovillo de la crisis
Los orígenes de esta nueva crisis se remontan al otoño del 2006 cuando comenzaron a popularizarse los “rondellhunds” o “perros de rotonda”, los cuales son instalaciones callejeras en las que artistas y vecinos colocan en las glorietas o isletas de cruces viales, perros artesanales de apariencia extremadamente simple e ingenua, y, algunas veces, abiertamente humorísticos. Este fenómeno se extiende rápidamente por todo Suecia y gana gran popularidad entre la población, mientras que los medios de comunicación le prodigan una amplia cobertura.
Quizás debido a ésto, a mediados de julio pasado se organiza una exposición en la localidad de Tallberg, en las afueras de Kalstad, al sur de Estocolmo, dedicada al tema “el perro en el arte”. En estas circunstancias concurre el artista sueco Lars Vilks con un dibujo provocador en el cual alude al fenómeno de los rondellhunds y de paso no solo hurga en el dogma de la prohibición de representar al profeta – incumplido a lo largo de la historia del arte musulmán- sino que lo retrata en la imagen del más inmundo e impuro de los animales para la tradición islámica: el perro.
Tras recibir un cúmulo de “sugerencias” y protestas de algunos espectadores, la galería de arte y las autoridades locales deciden retirar el dibujo. Es cuando el NWT, un diario de la localidad de Varmland, donde se encuentra Tallberg, informa sobre lo ocurrido y entrevista a la directora de la galería, Marta Wennerstrom, quien sin ningun empacho reconoce que “ahora ya sabemos que es un extremado insulto describir al profeta Mahoma como un perro”. Ante estos hechos, el artista realiza unas secuelas a la ilustración original, entre las que hay una que describe al animal-profeta amarrado a un poste en el que se ha clavado una cabeza humana. Todas las otras galerías a las que se presentó la serie ampliada rechazaron exhibirlas.
Ante esta negativa es que el periódico Nerikes Allehanda decide publicar la caricatura original acompañada de un editorial sobre la autocensura y la libertad de religión.
“El editorial criticaba el hecho de que los dibujos de Vilks hubieran sido rechazados por miedo a las reacciones que pudieran provocar”, expresaba el redactor jefe Ulf Johansson.
Lars Vilks, el artista.
En su permanente actitud de criticar las religiones, ya Lars Vilks había dibujado una cerda con cabeza humana, la cual estaba tocada con rizos iguales a los portados por judíos ultraortodoxos. La cabeza aparecía también dotada de una enorme nariz ganchuda. En el pié de la ilustración se leía: “La moderna cerda judía, tragada por el capitalismo, en su camino a separar algunos pueblos pacíficos”. Era una evidente alusión al muro israelí, que separa aldeas y localidades palestinas. Esta caricatura pasó sin pena ni gloria.
En otra obra, mostrada hace ya cierto tiempo en otra exposición, el artista sueco presenta a Mahoma cortando el cuello a un judío mientras es observado por un oficial nazi. Sorprende al autor que esta obra no haya causado ningún tipo de manifestación por parte de la comunidad musulmana.
En 1980,el hoy condenado a muerte, decide intervenir una franja del litoral sueco, el territorio de Nimis, el cual es parte de un parque natural. En esa franja comenzó a levantar estructuras con los troncos de los árboles que talaba del bosque. En un momento dado, las arquitecturas – o land art- alcanzaron los 100 metros de largo por quince de alto y las autoridades exigieron que fueran retiradas, a lo cual el artista se negó. Los funcionarios alegaban que estaba prohibido levantar esculturas en el lugar, pero Vilks se negaba a cumplir la orden de retirada porque decía no haber visto ningún cartel con tal prohibición. La denuncia llegó y el artista sueco decidió ir a juicio. Esto atrajo la atención de los medios de comunicación y el sitio se convirtió en un centro de peregrinación para los turistas curiosos. Las esculturas no tardaron en pasar a ser escenario de conciertos de música folk, étnica o improvisada. Con el correr del tiempo, las autoridades se dieron por vencidas. Las esculturas de Vilks permanecen en el lugar, pero acompañadas de nuevas obras colocadas por quienes antes le demandaron. En 1996 el artista sueco decide declarar los alrededores de Nimis territorio independiente, y lo bautiza con el nombre de Ladonia, para el cual desarrolla toda una estructura virtual en la web. Postales, celebraciones festivas, reuniones, votaciones: todo lo que caracteriza a un país independiente. Tal despliegue desarrolló el caricaturista en la red que, luego del 11 de septiembre, las autoridades reales recibieron 43 mil solicitudes de asilo político de quienes, sintiéndose amenazados por la bipolarización entre el mundo cristiano y el árabe-musulmán, veían en Ladonia el lugar propicio para recomenzar.
Adiós a las amenazas...
Cuando el 14 de febrero de 1989 una fatwa condenó a muerte al escritor Salman Rushdie, provocó una ola de protestas en contra del libro, inclúidas quemas de librerías y manifestaciones frente a la embajada británica. Y no sólo eso: en 1991, Hitoshi Igarashi, el traductor japonés de Los versos satánicos, fue asesinado en Tokio, mientras que el traductor italiano fue salvajemente golpeado y apuñalado en Milán. El editor noruego, William Nygaard, fue tiroteado y herido gravemente frente a su casa en Oslo en 1993. El hotel que alojaba a Aziz Nesin, el traductor turco de Rushdie, fue incendiado lo que provocó la muerte de 37 personas. A pesar de las defensas que ha hecho de su libro el autor indobritánico y de las negaciones de que éste insulte al Islam, hay quienes aún consideran vigente la fatwa que pide su ejecución, porque ésta solo podía ser revocada por quien la emitió: el ayatolá Jomeini, fallecido en 1989.
Y luego de la crisis provocada por las doce caricaturas publicadas por el diario danés Jyllands Posten, que incendió los ánimos musulmanes, esta nueva crisis nos viene a recordar que aún son materia pendiente los acuerdos y el desarrollo de una efectiva tolerancia, sobre todo en los terrenos del dogma y la fe.
Y, al igual que el artista condenado en esta ocasión, creemos seriamente que los caricaturistas están devaluados actualmente. Lars Vilks también lo cree así. Cien mil dólares, alega, le parecen poco precio por su vida.
“Tenemos aquí un problema auténtico”, declaró el artista un poco después, “Sólo esperamos que los musulmanes en Europa y en el mundo occidental decidan distanciarse de ésto y apoyar la idea de la libertad de expresión”
Mientras tanto, cabe recordar que el fanatismo, como ya hemos tenido oportunidad de confirmar, carece de sentido del humor.
Claro que la insustancial cantidad pasa a 150 mil dólares si quien le ejecuta hace alarde de crueldad y el infame caricaturista es “degollado como un cordero”. Además, hay 50 mil dólares adicionales si el sacrificio incluye a Ulf Johansson, editor del diario que se atrevió a publicar las despreciables caricaturas.
La recompensa es ofrecida por la organización radical “Estado Islámico de Irak”, encabezada por Abu Omar al Bagdadi, uno de los líderes de Al Qaeda, quien la ofreció a través de una cinta sonora en una de las páginas webs utilizadas por las organizaciones integristas y cuya autenticidad aún no ha sido verificada.
“Nosotros de ahora en adelante alentamos al derramamiento de la sangre del dibujante de caricaturas Lars Vilks”, se escucha en la cinta, “que se trevió a insultar la imagen de nuestro profeta”. “Nosotros sabemos cómo obligarlos a retirarse y disculparse”,agrega más adelante el líder terrorista, “y si no lo hacen, entonces pueden esperar nuestros ataques contra su economía y grandes compañías como Ericsson, Volvo, Ikea”.
Luego de la publicación de las caricaturas, Irán, el primer país en protestar por las mismas, llamó a consulta a Gunilla von Bahr, encargada de negocios en Teherán. Los musulmanes consideran que la representación del profeta en imágenes y dibujos es un pecado y que los perros son animales impuros.
Ya en septiembre de 2005, la publicación en el periódico danés Jyllands Posten de doce caricaturas alusivas al profeta islámico, provocó, además del boicot a los productos originarios de Dinamarca, una oleada de violencia y protestas en el mundo musulmán que entre enero y febrero de 2006 dejó al menos 100 muertos.
En esta ocasión, al menos diplomáticos de 22 países, entre ellos Irán, Irák, Siria y Pakistán, se reunieron con el primer ministro sueco, Fredik Reinfeldt, para protestar por las caricaturas y abordar las reacciones a su publicación. El embajador egipcio, Samah Sotouhi, exigió que Suecia y los implicados pidan perdón públicamente por la ofensa inferida, cosa a la que ninguno de los involucrados está dispuesto.
Siguiendo el ovillo de la crisis
Los orígenes de esta nueva crisis se remontan al otoño del 2006 cuando comenzaron a popularizarse los “rondellhunds” o “perros de rotonda”, los cuales son instalaciones callejeras en las que artistas y vecinos colocan en las glorietas o isletas de cruces viales, perros artesanales de apariencia extremadamente simple e ingenua, y, algunas veces, abiertamente humorísticos. Este fenómeno se extiende rápidamente por todo Suecia y gana gran popularidad entre la población, mientras que los medios de comunicación le prodigan una amplia cobertura.
Quizás debido a ésto, a mediados de julio pasado se organiza una exposición en la localidad de Tallberg, en las afueras de Kalstad, al sur de Estocolmo, dedicada al tema “el perro en el arte”. En estas circunstancias concurre el artista sueco Lars Vilks con un dibujo provocador en el cual alude al fenómeno de los rondellhunds y de paso no solo hurga en el dogma de la prohibición de representar al profeta – incumplido a lo largo de la historia del arte musulmán- sino que lo retrata en la imagen del más inmundo e impuro de los animales para la tradición islámica: el perro.
Tras recibir un cúmulo de “sugerencias” y protestas de algunos espectadores, la galería de arte y las autoridades locales deciden retirar el dibujo. Es cuando el NWT, un diario de la localidad de Varmland, donde se encuentra Tallberg, informa sobre lo ocurrido y entrevista a la directora de la galería, Marta Wennerstrom, quien sin ningun empacho reconoce que “ahora ya sabemos que es un extremado insulto describir al profeta Mahoma como un perro”. Ante estos hechos, el artista realiza unas secuelas a la ilustración original, entre las que hay una que describe al animal-profeta amarrado a un poste en el que se ha clavado una cabeza humana. Todas las otras galerías a las que se presentó la serie ampliada rechazaron exhibirlas.
Ante esta negativa es que el periódico Nerikes Allehanda decide publicar la caricatura original acompañada de un editorial sobre la autocensura y la libertad de religión.
“El editorial criticaba el hecho de que los dibujos de Vilks hubieran sido rechazados por miedo a las reacciones que pudieran provocar”, expresaba el redactor jefe Ulf Johansson.
Lars Vilks, el artista.
En su permanente actitud de criticar las religiones, ya Lars Vilks había dibujado una cerda con cabeza humana, la cual estaba tocada con rizos iguales a los portados por judíos ultraortodoxos. La cabeza aparecía también dotada de una enorme nariz ganchuda. En el pié de la ilustración se leía: “La moderna cerda judía, tragada por el capitalismo, en su camino a separar algunos pueblos pacíficos”. Era una evidente alusión al muro israelí, que separa aldeas y localidades palestinas. Esta caricatura pasó sin pena ni gloria.
En otra obra, mostrada hace ya cierto tiempo en otra exposición, el artista sueco presenta a Mahoma cortando el cuello a un judío mientras es observado por un oficial nazi. Sorprende al autor que esta obra no haya causado ningún tipo de manifestación por parte de la comunidad musulmana.
En 1980,el hoy condenado a muerte, decide intervenir una franja del litoral sueco, el territorio de Nimis, el cual es parte de un parque natural. En esa franja comenzó a levantar estructuras con los troncos de los árboles que talaba del bosque. En un momento dado, las arquitecturas – o land art- alcanzaron los 100 metros de largo por quince de alto y las autoridades exigieron que fueran retiradas, a lo cual el artista se negó. Los funcionarios alegaban que estaba prohibido levantar esculturas en el lugar, pero Vilks se negaba a cumplir la orden de retirada porque decía no haber visto ningún cartel con tal prohibición. La denuncia llegó y el artista sueco decidió ir a juicio. Esto atrajo la atención de los medios de comunicación y el sitio se convirtió en un centro de peregrinación para los turistas curiosos. Las esculturas no tardaron en pasar a ser escenario de conciertos de música folk, étnica o improvisada. Con el correr del tiempo, las autoridades se dieron por vencidas. Las esculturas de Vilks permanecen en el lugar, pero acompañadas de nuevas obras colocadas por quienes antes le demandaron. En 1996 el artista sueco decide declarar los alrededores de Nimis territorio independiente, y lo bautiza con el nombre de Ladonia, para el cual desarrolla toda una estructura virtual en la web. Postales, celebraciones festivas, reuniones, votaciones: todo lo que caracteriza a un país independiente. Tal despliegue desarrolló el caricaturista en la red que, luego del 11 de septiembre, las autoridades reales recibieron 43 mil solicitudes de asilo político de quienes, sintiéndose amenazados por la bipolarización entre el mundo cristiano y el árabe-musulmán, veían en Ladonia el lugar propicio para recomenzar.
Adiós a las amenazas...
Cuando el 14 de febrero de 1989 una fatwa condenó a muerte al escritor Salman Rushdie, provocó una ola de protestas en contra del libro, inclúidas quemas de librerías y manifestaciones frente a la embajada británica. Y no sólo eso: en 1991, Hitoshi Igarashi, el traductor japonés de Los versos satánicos, fue asesinado en Tokio, mientras que el traductor italiano fue salvajemente golpeado y apuñalado en Milán. El editor noruego, William Nygaard, fue tiroteado y herido gravemente frente a su casa en Oslo en 1993. El hotel que alojaba a Aziz Nesin, el traductor turco de Rushdie, fue incendiado lo que provocó la muerte de 37 personas. A pesar de las defensas que ha hecho de su libro el autor indobritánico y de las negaciones de que éste insulte al Islam, hay quienes aún consideran vigente la fatwa que pide su ejecución, porque ésta solo podía ser revocada por quien la emitió: el ayatolá Jomeini, fallecido en 1989.
Y luego de la crisis provocada por las doce caricaturas publicadas por el diario danés Jyllands Posten, que incendió los ánimos musulmanes, esta nueva crisis nos viene a recordar que aún son materia pendiente los acuerdos y el desarrollo de una efectiva tolerancia, sobre todo en los terrenos del dogma y la fe.
Y, al igual que el artista condenado en esta ocasión, creemos seriamente que los caricaturistas están devaluados actualmente. Lars Vilks también lo cree así. Cien mil dólares, alega, le parecen poco precio por su vida.
“Tenemos aquí un problema auténtico”, declaró el artista un poco después, “Sólo esperamos que los musulmanes en Europa y en el mundo occidental decidan distanciarse de ésto y apoyar la idea de la libertad de expresión”
Mientras tanto, cabe recordar que el fanatismo, como ya hemos tenido oportunidad de confirmar, carece de sentido del humor.
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